«Antes y después de la época de la obediencia» la naturaleza del espíritu seguirá siendo.
Quizá Wes Anderson no dividió -aún- la historia del cine, pero retorna a la animación con una fascinante aventura canina que nos recuerda que es posible regenerar la voluntad de una manera agradable y poderosa, en tiempos donde los pueblos y sus fieles ciudadanos han sido abandonados a su destino, sin haber podido, o sabido, portarse de otra manera ante el entorno social que los devora y los rodea.
En la isla de basura, ex residentes de cuatro patas de la ficticia ciudad japonesa de Megasaki, – actualmente en el exilio -, forman una manada bajo el mandato alfa de Chief, un aparente espíritu indomable que juega al ‘lobo sin manada’ y que eventualmente decide seguir a Atari, un niño de 12 años criado bajo la tutela del Mayor Kobayashi; líder del partido mayoritario de Megasaki y amante gatuno. El dúo perro -protector- y niño -valiente-, llevarán la búsqueda del – cliché del buen perro – hasta sus últimas consecuencias.
Chief, se convierte en otro Fantástico Señor Zorro que Wes Anderson transforma de antihéroe en un héroe, esta vez con un perro callejero que ha de luchar junto con otros perros domesticados contra las demás manadas que también intentan sobrevivir a la cuarentena declarada por el estado.
Esta película de animación cuenta con un reparto de renombre en el doblaje, encabezado por Bryan Cranston, Edward Norton, Greta Gerwig, Bill Murray y Scarlett Johansson (algunos de ellos colaboradores recurrentes de Anderson) hacen un trabajo impecable al darle vida a estos personajes.
Quizá, ‘Isla de Perros’ sea hasta hoy el retrato más impecable de su filmografía, antes de esta cinta Anderson estrenó ‘Fantastic Mr. Fox’, otra gran película animada en stop motion, pero para ‘Isla de Perros’ se nota que ha perfeccionado su estilo y ha elevado aún más su atención a todos los elementos que componen cada toma y escena, por ejemplo si tienes buen ojo para el detalle, alcanzarás a ver las moscas merodeando en el horizonte de la basura, así como muchos otros elementos sutiles que enriquecen esta experiencia.
Anderson es un obsesivo controlador del ambiente y todos lo sabemos. La locación aislada, el humor lento pero estrafalario, la simetría escrupulosa y los conflictos familiares son el entorno perfecto para generar pequeñas individualidades marginadas dentro de un entorno extravagante.
¿Percusionistas taiko? En ‘Isla de Perros’, gran parte de los recursos estéticos refieren a estereotipos de la cultura pop japonesa. Con ello Anderson reafirma que la identidad cultural de sus personajes no es trascendente a la historia. La perspectiva del idioma -añade una capa más- de complejidad a su estética narrativa y paradigmática. Mientras se advierte a la audiencia que los diálogos caninos serán traducidos al inglés y los diálogos humanos pertenecerán a su lengua, el director nos posiciona de un lado de la historia desde donde nos cuenta con delicadeza el estado de las cosas.
Con su más reciente film, el imaginario de Anderson se expande, y una vez más, indulta a los personajes y los deja vencer sobre aquello contra lo que luchaban, convenciéndonos que entre -el ser y el pertenecer- el instinto salvaje es impredecible.
Aquí el trailer de la película: